El rugido del dragón

Existen dos momentos de soledad suprema para los humanos: al nacer, y al morir. Las mujeres tenemos tres: cuando damos a luz a nuestros hijos. A pesar de estar rodeados de personas, en esos momentos estamos frente a una bifurcación del camino: vivir o morir. El parto duele, cada persona lo vive de diferente manera, y su intensidad es igual al dolor que se siente cuando a alguien le amputan un dedo de manera violenta (Melzack). Ahora explicaré porqué los hombres responden diferente ante ese dolor, sobre todo si la mujer grita.

            En la Universidad de Nueva York, han hecho un estudio2 en el que se demuestra porqué el humano grita, y qué efecto tiene e grito en los que lo escuchan. La principal conclusión es que los gritos activan los circuitos cerebrales del miedo (en la amígdala cerebral), y actúan como una seña de alerta. Para algunos estudiosos, gritar es la señal más relevante dentro de la comunicación y la supervivencia en humanos; no se conoce todavía lo que hace al grito una señal única, y cómo la procesamos. Los gritos entre 30 y 150 Hs se consideran como ásperos, y esta asperaza hace que sean segregados de otras señales acústicas, para evitar falsas alarmas. La rudeza está presente en las señales de alarma de la naturaleza, así como en las alarmas artificiales. Mediante estudios de resonancia magnética se encontró que los sonidos ásperos (rough) alcanzan estructuras subcorticales del cerebro, que son críticas en la percepción rápida de un peligro.

            Cuando escuchamos voces humanas en tono normal, la información viaja por el cerebro hasta las zonas del escrutinio de datos, como el significdo de lo que oímos, quién es el autor, y en qué nos puede afectar. Cuando escuchamos gritos, la amígdala cerebral capta el mensaje, y se disparan los detectores del miedo. Los autores concluyen que, al escuchar gritos, se induce miedo en los oyentes, aumentando su sistema de alerta y predisponiéndole a una respuesta rápida. El volumen del grito es directamente proporcional a la señal de alerta que se recibe. La respuesta hemodinámica depende de qué tan desagradable sea el sonido, y se elicita en la parte anterior deambas amigdalas cerebrales y en la corteza auditiva primaria.

Así, el varón que escucha un grito de mujer, se prepara para responder rápido ante una amenaza. Él busca inconscientemente encontrar un dragón rugiente, y se prepara para enfrentarlo. Cuando la amenaza es invisible e imperceptible para él (el dolor de parto), su respuesta será de enojo (él no percibe ningún peligro), o de enfado e indiferencia.

            Con el llanto de un niño también hubo diferencias. En un estudio que observó qué pasa con los cerebros de hombres y mujeres (por medio de neuromagen) cuando un bebé llora de hambre, se encontró que el cerebro de los hombres y las mujeres (en un estao de descanso relajado) reacciona de forma diferente. Mientras el cerebro femenino se pone en estado “atento”, el masculino sigue en modo de “descanso”. El estudio no encontró diferencias en la reacción entre los que tenían hijos y los que no.

            Es importante, entonces, diferenciar las respuestas al llanto ajeno de hombres y mujeres, y no esperar una conducta igual. Si el varón no responde como quisiéramos, es por su diferente constitución cerebral. Las mujeres estamos “sintonizadas” con el llanto, ellos no. Así, en nuestra maravillosa diferencia, podemos encontrar que estamos diseñados para cumplir con las tareas inherentes a nuestra naturaleza.